Tiempo de tormentas
Durante los últimos días las tormentas han hecho acto de presencia en numerosas comunidades autónomas. Alguna de ellas ha descargado con intensidad, abundante aparato eléctrico e incluso con granizo o pedrisco. De hecho, los próximos días (inclúyase el próximo fin de semana, días 16 y 17 de abril) tanto el ambiente frío para las fechas como los chubascos estarán presentes en muchas comunidades sobre todo del sur y del este:
Estos son, entre otros, algunos de los factores que acostumbran a favorecer la formación de una tormenta:
- Fuerte contraste térmico entre niveles atmosféricos: la llegada de una masa de aire frío
- La proximidad de un sistema frontal
- Días previos con altas temperaturas, lo que supone una importante fuente de energía
- Un Mar Mediterráneo "caliente", como el de finales de agosto y primeros de septiembre
Pero, ¿cómo llega una vulgar nubecilla a convertirse en una imponente tormenta? Vamos a explicarlo, paso por paso, a continuación.
PRIMEROS SÍNTOMAS DE INESTABILIDAD
Generalmente, las tormentas vienen precedidas de mañanas claras, soleadas. Tras las primeras luces del día, nada parece indicar un cambio brusco de tiempo en pocas horas. A lo largo de la mañana la temperatura empieza a subir. Los campos y las laderas de las montañas se calientan poco a poco, creando las primeras corrientes térmicas de vientos ascendentes. Es a partir de las 10-11 horas de la mañana cuando tenemos que empezar a prestar atención al cielo.
Si las condiciones de humedad y temperatura son adecuadas, empezaremos a observar las primeras nubes en el cielo de tipo cúmulo. Pequeñas nubes aborregadas, disgregadas y que lentamente empezarán a inflarse.
En ocasiones, no van a más. Popularmente se las conoce como "cúmulos de buen tiempo". En este caso, no tenemos de sufrir.
Pero si a lo largo del mediodía van a más, cubriendo parcialmente o totalmente el cielo, con bases firmes y oscuras... ¡Mucha atención!
NUBOSIDAD EN DESARROLLO
Ya tenemos los primeros cúmulos en el cielo. En su primera etapa de formación, se les denominará "humilis", aún inofensivos. A lo largo de las primeras horas de la tarde irán a más, cubriendo el cielo. Adoptarán la típica forma de "coliflor", inflándose rápidamente hasta alcanzar la segunda etapa, en la que se les denominará "mediocris".
Justo antes de alcanzar su máximo desarrollo, podrán dejar las primeras gotas. Entonces, hablaremos de un cúmulo "congestus". Aquí, la parte superior de la nube ya consta de partículas de hielo que, en sus movimientos verticales llamados "de convección", ionizan fuertemente la nube. Entonces, se podrán producir las primeras descargas eléctricas. La formación de los rayos es compleja, por lo que en un futuro le dedicaremos un artículo aparte.
¡RUGE EL CIELO! LLEGA LA TORMENTA
Llega un momento en el que la nube alcanza su "techo". En torno a los 10 a 15 kilómetros de altura, la temperatura deja de disminuir y empieza a aumentar, creando una capa de inversión térmica que imposibilita a la nube seguir creciendo. Es la llamada "tropopausa". Entonces, la nube de tormenta o "cumulonimbos" empieza a extenderse horizontalmente formando el característico "yunque".
Es en este momento cuando los fenómenos más severos se desatan. Lluvia torrencial, fuertes rachas de viento, abundante aparato eléctrico, granizo, pedrisco, etcétera. La magnitud de todos ellos dependerá de las condiciones meteorológicas y, por ende, del desarrollo de la nube de tormenta.
La tormenta entonces se moverá siguiendo el flujo de vientos en altura, que no siempre coincidirá con el viento que sopla en superficie, por lo que no nos podemos fiar de este. Sin embargo, las tormentas se volverán realmente peligrosas cuando permanecen estáticas sobre un mismo punto.
Y DESPUÉS... VUELVE LA CALMA
Durante la tormenta, los niveles inferiores atmosféricos se enfrían, disminuyendo así el contraste térmico y la energía disponible para su desarrollo. Las corrientes ascendentes disminuyen, volviéndose descendentes. La tormenta "envejece" y empieza a disiparse, disminuyendo la intensidad de la precipitación así como la actividad eléctrica y otros fenómenos como el viento. Finalmente, la lluvia cesa y se abren grandes claros. Nos encontramos ya al final del día, generalmente, esperando una noche estrellada, fresca e incluso con algunas nieblas.
Y es precisamente ahora, en primavera, cuando las condiciones meteorológicas se vuelven favorables para la formación de las tormentas. Y, parece ser, que ¡no faltarán las próximas semanas ni meses!