Las aventuras de Andersen en España, "una crónica meteorológica"

Las aventuras de Andersen en España, \
Autor: Alfred Rodríguez Picó - Director de TAIKOMETEOROLOGIA. Meteorólogo con más de 30 años de experiencia en TV3, Catalunya Ràdio, La Vanguardia, El Periódico y otros medios, así como profesor y conferenciante con más de 1500 charlas impartidas.
19 de enero, 2018

Hans Christian Andersen (1805-1875) escritor, novelista, famoso por sus cuentos para niños, aunque una buena parte de su obra también se orientaba hacia los adultos con temas de notable trascendencia y actualidad.

Vamos a explicarles unas experienncias meteorológicas que "padeció" Andersen durante una de sus estancias en España. De hecho realizó tres viajes a la Península, pero el primero fue francamente movido, al menos desde el punto de vista meteorológico. Entró con un amigo por La Jonquera el 4 de septiembre de 1862. Ya en Barcelona el 15 de septiembre, una perturbación notablemente activa descendió des de Francia hacia el Cantàbrico, abatiéndose sobre Catalunya con gran violencia, sobre todo debido al aire frío de capas altas combinado con aire muy cálido y húmedo en superficie (podemos comprobarlo con el mapa adjunto).

Sobre la ciudad de Barcelona descargó una enorme tormenta, muy potente. El estaba alojado en el Hotel Oriente en Las Ramblas y durante su estancia no paró de llover, a intervalos torrencialmente con rayos y truenos continuos. Tanta agua no pudo ser absorbida por las rieras y torrentes que bajan de Collserola y las Ramblas barcelonesas se desbordaron provocando graves inundaciones. Precisamente el 7 de marzo de 2006 se colocó una placa conmemorativa de la estancia del escritor en el hotel.

Así narraba Andersen el fenómeno meteorológico:

Cuando llegué al hotel, Jonas me dijo que había inundaciones en la calle y echó a correr escaleras abajo. Yo me asomé al balcón mirando a la Rambla y vi como por cada lado bajaba una corriente de agua de color café amarillento que parecía formar como una cascada. Tuve miedo por mi joven compañero y también bajé. Entonces vi que a ambos lados del paseo, un poco en alto, las calzadas eran como un río que se llevaba todo lo que encontraba a su paso. Un carro que llevaba terracota había sido arrastrado un buen tramo calle abajo y el agua saltaba sobre él. Las tablas de las tiendas que habían estado fuera flotaban sobre el agua... El agua entraba en las casas. Maderas y calabazas parecían navegar por ese río. La gente iba con el agua hasta las caderas y una mujer fue arrastrada por la corriente y hubo naturalmente gritos, pero tres hombres lograron agarrar y casi en un estado de inconsciencia la llevaron a lugar seguro. Nunca había visto yo antes de esta manera la fuerza del agua, que también se metía por dos callejuelas estrechas del otro lado de la calle que parecían los estrepitosos canales que hacen mover los molinos. En todos los balcones e incluso en las azoteas se veía gente mirando."

De Barcelona fue a Valencia. Nada más llegar, una ola de calor insoportable afectó a la ciudad. Escribió que “en cada balcón había una familia completa al borde de la asfixia. Abajo en la plaza el sol se había pegado a los muros y nadie sentía deseos de bajar allí a dar sombra”. Cuando llegó a Burgos en el mes de diciembre una gran nevada y temperaturas gélidas le provocó notables contratiempos.


Cuando regresó a Dinamarca, observó que “España es más desapacible y fría que Dinamarca o Noruega…”

Alfred Rodríguez Picó

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