Rollos de nieve y bolas de hielo
Un curioso fenómeno se produce en algunas superficies nevadas: son los “rollitos de nieve”. Fragmentos de nieve que caen de los árboles a la superficie pueden ser impulsados por el viento. Mientras van rodando recogen más nieve en su camino.
Más o menos es el mismo sistema que utilizamos para hacer un muñeco de nieve, pero a diferencia de las bolas de los muñecos, los rollitos tienen forma cilíndrica, siendo huecos en su interior. Como las capas internas son más delgadas, pueden rodar con más facilidad.
En su recorrido y si el viento es bastante fuerte, pueden llegar a medir más de medio metro. Pero no siempre que hay nieve y viento pueden formarse. Se necesita que la nieve de la superficie esté depositada sobre una capa de hielo sin llegar a adherirse y que el viento sea lo bastante fuerte como para que impulse al cilindro, pero no demasiado fuerte ya que lo podría hacer rodar muy rápido y se acabaría rompiendo.
En Estados Unidos hacen competiciones para encontrar el rollito más grande. En marzo de 2007 en las North Cascades del estado de Washington encontraron un ejemplar de 66 centímetros de diámetro con un hueco interior de 20 centímetros. Debió formarse con la caída de nieve de un arbol hacia la pendiente de la montaña. En este caso la gravedad y no el viento se encargó de transformarlo en este rollo jigante.
Ahora nos vamos hacia las bolas heladas, fenómeno muy poco frecuente ya que han de cumplirse una serie de condiciones indispensables. Después de intensas nevadas sobre los grandes lagos o mares, la nieve en combinación con temperaturas muy bajas y el movimiento de las olas semicongeladas, se puede convertir en bolas heladas con un diámetro que puede oscilar entre los 10 y 40 cm.
Cuando llegan a la orilla pueden rodar empujadas por el viento, adquiriendo forma esférica cada vez más perfecta gracias al roce con el terreno, como si fuesen cantos rodados.
El 3 de enero de 2011 en el lago Michigan miles de bolas se agolparon en sus orillas creando un paisaje irreal y espectacular.
Alfred Rodríguez Picó