Pesadilla en el Monte Washington. Récord de velocidad del viento.
10 de abril de 1934. En la cima del monte Washington, en el nordeste de los Estados Unidos, a 1917 metros de altitud, se encuentran tres observadores meteorológicos: Salvatore, Wendell y Alex. El observatorio es muy completo y se instaló en 1930. El día amanece despejado. Están ansiosos ante la llegada de la primavera. El invierno en esa zona y a esa altitud es muy duro, con frecuentes temporales de nieve y viento. Se les informa que al oeste de los Grandes Lagos se está formando una profunda borrasca que se está acercando lentamente. También al sur, en Carolina del Norte, hay una pequeña borrasca. Al terminar el día en el cuaderno de anotaciones figura lo siguiente: “Día perfecto. Sin nubes y viento en calma…”.
El miércoles día 11 se inicia una gran irrupción de aire frío procedente de Canadá que alimenta la borrasca de los Grandes Lagos mientras que la pequeña perturbación del sur es absorbida por la primera. Los observadores ven salir el sol, pero a partir de mediodía el cielo se cubre rápidamente y una densa niebla heladora lo cubre todo. El viento empieza a soplar del suroeste aumentando su intensidad rápidamente. La presión atmosférica cae en picado, una bajada impresionante. Los trabajadores observan síntomas de aproximación de un gran temporal. A últimas horas de la noche se registra una ráfaga de viento de 200 kilómetros por hora. Empieza a nevar con intensidad. Les comunican que la borrasca se ha transformado en una perturbación impresionante y se dirige hacia ellos, ahora ya con rapidez. Aunque están avisados, no se imaginan lo que ocurrirá en las siguientes 24 horas.
www.mountwashington.org
En el cuaderno de observación del observatorio del Monte Washington, a últimas horas de la noche del miércoles 11 de abril de 1934 anotan “…caída de la presión atmosférica, temperatura normal, niebla helada y rápido incremento de la fuerza del viento con un máximo de 200 kilómetros por hora…”
La noche del 11 al 12 de abril es una pesadilla. El viento va aumentando su intensidad sin cesar. De madrugada es tan violento que los tres observadores se dedican exclusivamente a comprobar el instrumental, especialmente el anemómetro. No pueden descansar ni un instante. El aullido provocado por la fuerza del viento es insoportable. Intentan abrir una ventana, pero el viento es tan violento que crea una gran diferencia de presión atmosférica entre el interior del observatorio y el exterior, impidiendo abrir puertas o ventanas. Salvatore anota: “No hay duda, un superhuracán se está desarrollando…”.
El observador Aubrey Hustead sostiene el anemómetro que registró el récord mundial de 372 km/h. www.mountwashington.org
Cuando amanece el viento arrecia aún más. Ninguno de los tres observadores meteorológicos habían visto nada igual. A media mañana el anemómetro registra una ráfaga de 300 kilómetros por hora y a las 13 horas y 21 minutos, un golpe de viento alcanza los 372 kilómetros por hora: la ráfaga de viento más fuerte oficialmente registrada en el planeta. Salvatore anota: “¿Se lo pueden creer?...me siento responsable de esta observación…¿lo habré observado correctamente?...¿es correcta la calibración del anemómetro? Al anochecer el temporal amaina rápidamente.
Este golpe de viento continúa siendo hoy en día el más fuerte registrado por un observatorio oficial y con un anemómetro en todo el planeta.
Alfred Rodríguez Picó
El observatorio en la actualidad. © Christopher Morris